abril 21, 2010

Con el tul en la cartera

¿Qué quiso hacer esta mujer?  ¿Se trata de la simpática Susanita... o la versión en tiempo real del casamiento de Muriel... o es la siniestra "La novia de Chucky"?


¿Hay que disfrazarse para enganchar?  ¿De qué nos disfrazamos día a día?  ¿Con un vestido blanco alcanzaría sin importar que el novio se descomponga?  Este es solo un ejemplo, quizás un poco exacerbado (pero real) de las versiones del desencuentro de hombres y mujeres.

Los disfraces de mujer

¿Qué es el disfraz, salir corriendo a comprar el look de la temporada?  ¿Tener el lomo de una top model, o el lacio perfecto de las nuevas cremas alisantes?


Es esto y mucho mas.  Quizás esto que suena superficial encierra muchos misterios más que hacen a la mujer.  


No queremos ser Pampita, pero cuando nos ponemos ese vestido que vimos en la revista, ese simple rasgo hace que seamos otra, otra para nosotras mismas.  El vestido nos cubre el cuerpo sugiriendo, pero no mostrando, siendo nosotras, pero también otra... transformándonos en un enigma para el otro, mientras en el camino no paramos de preguntarnos que será "eso" que lo atrapa.  Engaño que nos hace ilusionarnos pensando que lo que el otro desea es decible, descifrable, alcanzable...


Si algo nos sorprende en la escena del "vestido de novia" es que allí no valía como disfraz, pues no había ningún enigma. La "novia" tenía sus secretos al desnudo.


Entonces, si el disfraz es el que genera el misterio: ¿cuál es el misterio?  Que tras el disfraz no hay nada más que carne y huesos, que solo se transforman en silueta de mujer si hay un velo que lo cubra.  Allí está nuestra inteligencia... en saber qué velo elegir.


¿Por qué en esta época donde menos prohibiciones y tabúes se interponen en las relaciones de pareja es cuando más experimentamos el fracaso del amor?


Para esto tenemos muchas explicaciones "pret a porter": "los hombres le temen al compromiso, solo quieren relaciones "touch and go", o bien: "los hombres temen estar con mujeres autosuficientes porque se sienten avasallados", y más bla bla bla...


¿Tenemos nosotras algo que ver con esto?


La mayoría de las mujeres piensa que no.  Otras parecen ser las dueñas del secreto del amor.  Son las que están siempre radiantes y satisfechas, por lo menos de la boca para afuera... "Que me quiera como soy" dicen otras...


Se podría pensar algunas frecuentes posiciones femeninas frente al amor de un hombre:


La que elige siempre el hombre que la abandona, que la maltrata, que la deja por otra, que no las satisface.  Para ilustrarla: son las que sufrientes por un desengaño amoroso, acaban de haber sido vilmente engañadas, logran reponerse y finalmente conocen a un "hombre distinto" que las lleva y las trae a cenar, al cine, a pasear por lugares con onda, las llama para saber como están, y de repente... lo encuentran con otra.  Otra bastante parecida a la nueva novia del "ex".  ¡Qué casualidad!  ¿Qué hacer ahora?  "Todos los hombres son iguales" gritan a los cuatro vientos, mientras se encierran en jogging a comer helado y ver un video el sábado a la noche, hasta que se sientan lo suficientemente restituidas como para salir "al mercado" una vez más en busca de un nuevo "hombre distinto".


La que elige el amor prohibido donde desde el comienzo hay un obstáculo garantizado.  Siendo justamente esto lo que asegura la pasión.


Como reconocerla:


No nos sorprende que miles de mujeres sigan diariamente novelas como fue "Padre coraje" con la pobre Clara Guerrico donde la urgencia y el peligro acechan a cada instante.  Ella lo visita en la parroquia y se encierran juntos en el confesionario hasta que algún alma en pena los interrumpe solicitando los servicios del cura.  Ella acomodándose la ropa dice: "Padre, lo nuestro no puede ser, vamos a arder en el infierno" y el Padre Juan calla sus palabras con "el" beso.


Las que permanecen con un hombre que no puede, que no alcanza, que no sabe... con la tarea de transformarlos en un "hombre con todas las letras".  Haciendo de esto "su misión".


Como reconocerla:


Son mujeres geniales a la vista de las otras mujeres.  "¿Por qué está con ese?" se preguntan las amigas.  Trabajan y se las arreglan muy bien, aunque les podría ir mejor.  Su pareja es un "hombre" de 30 años aproximadamente, que aún vive con sus padres, con la excusa de que aún no tienen dinero para mudarse, o no quieren alquilar, por lo que están ahorrando para comprarse algo directamente.  Se dedican a la pintura o escultura, o tal vez están aguardando la inspiración para un nuevo proyecto.


Las que se posicionan "al lado de" un hombre pensado casi como ideal, poderoso, seductor e inteligente...  Transformándose en "la asistente" de él.  Prototipo de esto es la frase "detras de todo gran hombre siempre hay una gran mujer"... mujer que se siente borrada, anulada o dependiente.


Ellas son fáciles de reconocer.  Siempre les tienen las camisas planchaditas, les recuerdan eso que ellas siempre olvidan, les preparan el desayuno, la cena y el lunch para la oficina.  Van a verlos a todos sus partidos de fútbol (aún si juegan de arqueros) y suspenden reuniones con sus amigas solo porque "a él no le gusta que no esté en casa a la hora de la cena".


¿Por qué a la mujer de hoy le cuesta tanto encontrar el amor?  O será que el amor es siempre fallido de una u otra manera...  ¿Hay una vocación femenina de transformar a ese inmaduro en ese hombre con todas las letras?

Vuelvo a repetir: ¿tenemos las mujeres algo que ver en esto?

Quizás esta pregunta nos permita pensar qué se juega en nosotras en estas elecciones donde siempre lo más seguro y garantizado es el desencuentro eterno.  ¿Estamos tan convencidas que queremos compromiso, o familia, o aquellas cosas de las que tanto nos quejamos de no encontrar?


Muchas mujeres se quejan de que, casi como una profecía, siempre terminan con el mismo partenaire: el equivocado.  ¿Será esto casualidad?


El famoso psicoanalista francés Jaques Lacan, decía: "el deseo se lee por sus consecuencias".


¿Será que las mujeres realmente desean aquello que creen que desean?  ¿O será que también como mujeres podemos plantearnos si nosotras tememos al compromiso, si hay algo en aquel "mujeriego" que nos seduce, si la "otra" nos resulta misteriosa y enigmática, y ¿por qué no, impresindible en nuestra pareja...?


Tal vez cuestionar esto que tanto le achacábamos al otro nos haga movilizar algo de nuestro tan querido y arraigado círculo vicioso, o tal vez realmente él tengo toda la culpa.


¿Y entonces, cuál es el secreto?


Parece que el amor es siempre un poco desencontrado, hay siempre un punto de vacío, de preguntas, de incomprensión, de odio, de desconocimiento, de angustia...  pero esto es justamente lo que lo mantiene vivo y en movimiento.


Todo depende de cómo nos las arreglemos para soportar las diferencias, y hacer de ellas justamente lo más disfrutable.


El secreto del amor tal vez sea comprender que las relaciones de amor como los misterios, no son para ser entendidos sino para ser vividos.


Lic. Laura Hernández





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