enero 15, 2011

Faltan las palabras y sobra la comida

Los problemas con la alimentación suelen ser la expresión corporal de variados conflictos psíquicos.  Una particular metáfora del cuerpo como vidriera de los sucesos anímicos, resultado de una dramática ausencia de palabras.

Comprometen la alimentación, pero no se trata solo de ello.  Las variantes pueden ser tantas como personas que los sufran.  Se puede comer de más, comer lo que hace mal, comer la mitad, comer nada, atragantarse con la comida, comer lo que engorda, etc.  Dependiendo de la historia de cada quien.

Existen trastornos bien definidos y muy populares, que nombran a quien los porta y de algún modo justifican socialmente su padecer, a los condena, según el caso.
Existen también cuadros más difusos, pero no menos complejos, que también entorpecen los días de quien se los topa.

La anorexia se caracteriza por el esfuerzo de no comer.  La bulimia en cambio es una marea difícil de detener, que arrastra a la ingesta de gran cantidad de alimento en cortos períodos de tiempo, aislados o repetidos durante un mismo día; utilizando algún método o no, para contrarrestar lo ingerido.  En ambos casos suele haber distorsión de la imagen corporal.  Es decir, el espejo devuelve unos cuantos kilos más de los que hay en la realidad.  Enredadas en uno u otro cuadro, las jóvenes (ya que el mayor porcentaje es femenino) suelen andar de mal humor, irritables, solitarias, con atuendos que ocultan un cuerpo avergonzado y esquivando con excusas creativas las situaciones involucradas con el alimento.  Con sentimientos de desesperanza y autoexigencia desmedida.
La obesidad se define por un índice de masa corporal por encima de los parámetros que indicarían sobrepeso.  Las causas pueden ser diversas, aunque cuando no se trata sólo de cuestiones orgánicas, la variable "elegida" en el modo de comer puede dar como resultado un cuerpo obeso; que en el caso de permanecer en el tiempo, obliga a complicaciones que podrían poner en riesgo la vida.  En algunas personas con obesidad también se observa cierta distorsión de la imagen corporal.  En este caso, el espejo ofrece un cuerpo un tanto más delgado que el real, dificultando así la disposición al tratamiento, igual que en el caso inverso.

Existen también, una serie de dificultades más difusas, sin un nombre científico determinado que las identifique y diferencie.  Los reiterados fracasos en el intento por bajar esos kilos de más, las comilonas recurrentes e invevitables, seguidas de malestares estomacales, la excesiva preocupación por la imagen y consecuentes conductas alimentarias al respecto suelen fastidiar a más de uno.  Estos cuadros más escurridizos producen molestias a escondidas.  Eso hace que pocas personas sospechen de sus posibles causas anímicas, y a pesar de padecerlos durante años, rara vez buscan ayuda psicológica para ello.  Insisten a lo largo de los años, generando malestar y frustración.  Han sido sometidos a los más diversos, raros e ingeniosos tratamientos sin resultados duraderos.  Probablemente resistentes a terapias centradas en la conducta alimentaria solamente, por sus determinaciones psíquicas subyacentes; que de no abordarlas de acuerdo a su complejidad, permanecen indemnes a lo largo de los años.  Ello hace frecuente encontrarse con casos en los que se soportan altos niveles de gravedad debido a la falta de difusión de una alternativa de tratamiento ligada a la palabra, a la dimensión psíquica del problema.
Si en el seno del trastorno suponemos que la ausencia de palabras da origen a expresiones directas en el cuerpo y las conductas, habrá que propiciar un espacio que favorezca las palabras que faltan.  El psicoanálisis aporta un espacio de escucha cuya dirección es trocar por palabras lo que se muestra en el cuerpo, y a partir de allí operar sobre esos dichos.
Aquello que se puede pensar, decir, incluso soñar, no necesita alojarse en el cuerpo a costa de poner en peligro la vida.

Ahora bien, las conductas alimentarias, si bien determinadas por causas psíquicas en la mayoría de los casos, han alcanzado al cuerpo.  En aquellos casos en los que el compromiso físico es significativo, el cuerpo también requiere asistencia.  Porque para poder hablar necesitamos alguien con un cuerpo mínimamente en condiciones.  Los buenos resulados en el tratamiento de los desórdenes alimentarios sulen estar asociados a un abordaje interdisciplinario, es decir, psicológico, médico y nutricional en conjunto.

Bulimia, anorexia, obesidad y otros problemas del comer no tienen por qué ser "de por vida".  Propiciando el tratamiento adecuado en cada caso, contando con la participación del paciente y la eventual colaboración de la familia, tomando el tiempo necesario en cada caso, es posible pensar en la dificultad alimentaria sólo como una parte de la historia.

Lic. Natalia Zito

No hay comentarios: