marzo 19, 2010

Los tatuajes: ¿de qué marcas se trata?

Los que trabajamos en nuestra clínica con adolescentes nos encontramos muchas veces con pedidos de tratamiento realizados por padres desconcertados, antes o después de que sus hijos realizaran el acto de tatuarse, o nos pasamos varias sesiones escuchando sobre la elección del lugar del cuerpo para realizarlo, así como las dudas sobre qué símbolo será el que mejor los representará.

En lo actual de la clínica la marca del instante de haberse hecho "UNO", puede instituirse en signo de la moda, con lo cual aquello que constituiría una marca única y distintiva pasa a ser la marca de un artículo de consumo, según dicen algunos especialistas.  ¿Podemos pensar que estos mensajes mudos están allí para ser leídos por alguien, un "Otro".en una sociedad de consumo donde el llamando a la ley se hace imprescindible?  El cuerpo de los jóvenes ha sido legitimado por los medios de comunicación, instituyéndolo como lugar privilegiado de inscripciones varias.

¿Qué son los tatuajes?

La palabra tatuaje procede de la antigua lengua Tahití, donde esa práctica se denominó tatan, acto de dibujar.  Su origen se pierde en la noche de los tiempos y, aún cuando empezara siendo sólo un adorno, su empleo se mezcla con las creencias, modos de organización social y las costumbres de los pueblos que lo practicaron.


Son dibujos que se graban bajo la superficie de la piel, con inyecciones de tintura con colorantes.  Reproducen punzada tras punzada un dibujo o diseño elegido previamente por el futuro tatuado.


Recorriendo la historia de los mismos nos encontramos con que ha formado parte de rituales iniciáticos de pueblos incivilizados, que darían cuenta de la pertenencia a un linaje tribal; perpetuar recuerdos y conjuros; representar la protección de los dioses y/o ancetros y/o entidades superiores.


Escrito en el cuerpo


Segundo es un joven de 20 años que se realizó su primer tatuaje cuando tenía 15 sin autorización de sus padres.  Relata que se lo vio a un amigo y que le gustó y ahorró plata para hacérselo.  Un día se quedó a dormir en lo de su amigo y éste lo acompañó y "ya está, me tiré en la camilla, apreté los dientes y después de dos horas ya estaba".


"Ya estaba", había ingresado al lugar de los que se animan, ahora pertenecía al grupo de los valientes.  Lo mismo que los primitivos, buscaba un lugar, adquiría un objeto de consumo masivo con valor de marca de iniciación a la sexualidad casi ritual, a la vez que la imagen era ofrecida a la mirada de los otros: una mujer con una espada sobre el omóplato la cual él no podía ver.  Cuerpo mirado, objeto mirada que sirve para mostrar pero también para esconder... ojo omnivoyeur.  Trípode que sostiene al tatuaje: cuerpo, piel y mirada.


Portadores de tatuajes que concitan el interés del semejante sobre sí, pero escamotean aunque sea por un momento, la siempre angustiante mirada de la mantis.  Para algunos adolescentes tatuarse hace de ese cuerpo desconocido que reciben, una piel dibujada como la de sus próximos, que les sirve como denominador común para pertenecer a un grupo, así como para descompletar a sus seres queridos cayendo los ideales que sobre ellos pesan, sacrificando una parte de su narcisismo infantil transformándose, a veces, en ofrenda viva.


A los 17 años ya no era un símbolo fálico lo que selló aquel joven sobre su cuerpo, sino la figura de un Jesús en el brazo derecho.  ¿Invocaba potección a los poderes supremos?  Amuleto para conjurar el poder supuesto de un Otro maléfico ¿apelando a la figura del padre?  Por cierdo no es menor el dato de que su padre había fallecido a los 33 años igual que Jesús, en un accidente de auto luego de haber tenido infinidad de accidentes.  Los primeros cristianos tenían la costumbre de tatuarse una cruz, el nombre de Cristo, un pescado o un cordero como signo de identificación y pertenencia religiosa.


A los 18 años lo tatuado fue el número 33 en el cuello abajo del pelo ¿es su función en este caso imprimir la pérdida de un objeto de amor, o marcar un pasaje, o repetir produciendo diferencia, una situación traumática?  El tatuaje también aparece frente a pérdidas reales, nos dice Silvia Reisfeld, que en su experiencia responde a dos vertientes principales: el procesamiento de duelos y la temática de la identidad.


El padre de Segundo padeció desde su adolescencia de una psoriasis virulenta que marcaba su espalda, brazos y piernas con costras que cuando se reducían dejaban marcas en la piel... piel que da cuenta de un órgano complejo que sirve de expresión de los conflictos psíquicos, inscripción directa en el cuerpo como consecuencia de un afalla simbólica.  Así, lo que no puede encontrar en su lugr en el texto, vuelve... en lo real del cuerpo.


Mientras Segundo marcaba su cuerpo, iba atravesando diferentes etapas en su vida y en su análisis, poblados ambos de actings, algunos poniendo en riesgo su vida, chocando con el auto en varias oportunidades, tomando alcohol en forma desmedida y perdiendo el control de todo, donde las peleas callejeras varias veces nos hicieron temer por su vida.  En esa época decidió marcarse con un hombre caído sobre un caballo, caído pero no muerto... dijo en ese momento, el caballo lo salvó, aclaró luego.  Hay una especie de fascinación al elegir los diseños y sólo a posteriori se le otorgan un significado, dice Reisfeld.


El siguiente tatuaje que se realizó fue el resultado de un pacto entre hermanos: cuatro letras chinas que representan las iniciales de sus hermanos y la de él, pacto simbólico que deberán cumplir uno a uno cuando lleguen a la mayoría de edad.


Pacto de amor eterno que vuelve a celebrar con un último tatuaje donde lo que se inscribe es el nombre de una joven de la cual se enamora y con la cual puede mantener un noviazgo desde hace dos años, mujer que lo calma y lo encauza. "Me salvó la vida" dice en una ocasión.  Ha sacado sus emblemas del bolsillo, podría pensarse.  En este contexto, sus tatuajes, en tanto escritura corporal, adquieren un valor metafórico.  Actualmente, a los 22 años, dice que encontró lo que le apasiona en la vida: ser cuidador de caballos...


Concluyendo con este pequeño acercamiento a la temática, que sólo es una invitación a pensar, se puede decir que en la clínica cada tatuaje debe ser tratado en su singularidad, considerando el momento de su realización y el enigma-estigma que invita a su lectura.  Muchas funciones vemos ante nosotros que pueden tener los tatuaejs, recorte de la mirada, objeto que reemplaza las palabras, etc.  Lo que debería importarnos es que la gramática del cuerpo relata una historia de tigres, dragones, cruces, símbolos, libro simbólico viviente.


Los tatujes se mira, se tocan, se muestran.  Están para ser leídos, historia escrita en el cuerpo para ser contada al otro, marcas de permanencia, cuerpo dispuesto para la narración.  Si hay posibilidad de que algo sea leído es que hubo escritura y si hubo escritura hubo letra y el recorrido nos lleva al golpe de la pulsión en el cuerpo.  Nuestra ética del psicoanálisis nos permite leer los signos de goce en el cuerpo y abordarlos desde la clínica.


¡Qué no pudo escribirse, o es un modo de presentarse lo escrito!


Respuesta no tengo; hipótesis, varias; dudas, una infinidad.  Las iré desplegando en el encuentro singular de cada caso con el que me enfrente la clínica.


Lic. Jacqueline Danniaux
Trabajo publicado en la revista Encuentros

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