abril 13, 2010

Mateo, el arreglador de plasticolas

Este escrito surge de preguntas que tienen que ver con cuestiones que se juegan en el análisis de un niño: el juego, la posición del niño, el lugar del analista, el amor de transferencia.  A continuación el recorte del material clínico.

Mateo tiene 7 años. Vive con su abuela materna y dos de sus hermanos por determinación judicial, Claudio de 9 y Pedro de 12 años.  Fue víctima de violencia y de abuso sexual por parte de su padrastro, Víctor, motivo por el cual fue derivado a la Institución para ser atendido.
De Mateo se dice que tanto en la casa, en la escuela, como en el hogar de niños donde pasa la mañana, desordena, pelea, pega, pierde las cosas.

Reconstrucción de la historia
A su madre, a quien él llama Leticia, no la ve desde hace un año.  Del padre de Mateo nada se sabe, ni siquiera quién es.  Digo del padre de Mateo, porque no es el mismo que el de Claudio ni que el de Pedro.

Cuando Mateo nació, tanto su madre como los dos hermanitos vivían en la casa de la abuela.
Al poco tiempo Leticia conoció a Víctor con quien decidió formar una nueva familia teniendo con él tres hijos más.  Es así como comenzó una nueva vida para Mateo y también para sus hermanos.

La abuela empezó a advertir una terrible violencia que Víctor ejercía hacia los niños y hacia Leticia, peleas, insultos, piñas, palazos, alcohol, droga.  Por tal motivo realizó una denuncia.  Los niños referían además que a veces Leticia "también les pegaba".
En aquel momento la justicia determinó que Mateo, Claudio y Pedro se quedarían al cuidado de la abuela.

El padre de Leticia había fallecido, la madre no contaba más que con el dinero que ganaba trabajando de limpieza para mantener a los tres niños.
Al cabo de un tiempo la abuela concurrió al Juzgado refiriendo ya no poder hacerse cargo por motivos económicos, "no tenía para darles de comer, eran tres".  Angustiada agrega, "no me daba cuenta y se los estaba entregando a ese tipo".

Fue así como regresaron nuevamente al antiguo entorno familiar, excepto Pedro que decidió no volver.
En la casa los esperaba Víctor.

Como era habitual, un día la abuela los visitó, encontrando en esta ocasión la casa vacía.  La familia había desaparecido.  Desesperada, no podía hallar el paradero de los chicos.
Comenzó entonces una larga búsqueda.

Después de unos meses son encontrados en otro partido, por la abuela nuevamente, quien informa las novedades al Juzgado.
Comienza una serie de idas y vueltas de Leticia a la casa materna, por peleas con su concubino.  "Venía con los chicos, se quedaba unos días hasta que él la convencía y ella volvía.  Iba la policía a buscarlos y ellos se escondían", relataba la abuela.

Idas y vueltas con mucha violencia, que concluyeron con la guarda provisoria de Claudio y Mateo para la abuela.
Los tres hijos de Leticia y Víctor fueron entregados por el Juzgado a una tía paterna con quien actualmente se encuntran.

"A Mateo le dolía la parte de la cintura y de la cola, yo pensaba que eran dolores de huesos, hasta que me contaron lo que Víctor les hacía".  Mateo era abusado, mientras sus hermanos, obligados por Víctor, eran puestos de espectadores de la escena.  Luego de lo sucedido Claudio, su hermano, lo asitía, le limpiaba la cola y lo consolaba.

"Leticia dormía porque estaba empastillada, ella no estaba bien, creía que los chicos estaban jugando.  A veces no los escuchaba.  Yo le decía que a mí ese tipo no me gustaba", refería la abuela de los niños.


Breve reseña histórica que fue sumamente difícil de reconstruir, por la abuela y por los profesionales que desde hace unos años intervenimos en el caso.  Recolección de viejas historias clínicas y de relatos de episodios significativos que sólo estaban en la memoria de los participantes y testigos de esta historia.


Mateo concurre a la Institución con su abuela y sus dos hermanos, quienes también cuentan con sus espacios de atención allí.  Sus movimientos corporales son torpes.  Su cuerpo está marcado de cicatrices.


Al subir las escaleras hasta llegar, se tropezaba, se caía.  Decidí ir a buscar a Mateo y acompañarlo de la mano.  El me miraba y se sonreía.


Tiempo de desorden


Durante un largo tiempo, al ingresar al consultorio Mateo tomaba cualquier juego, materiales, pinturas, lo que encontrara.  Cuando proponía realizar un dibujo con témperas, derramaba todo el contenido de los pomos de témpera en los recipientes, los cuales quedaban sobre el escritorio como si no lo hubiera advertido para pasar a usar lápices, fibras, juegos, papeles de colores,  Si dibujaba, sólo eran trazos.


Era necesario tener un tiempo antes del próximo paciente para reconstruir el consultorio.


Actualmente al ingresar se saca su guardapolvo, que junto a su mochila deposita en una silla a su lado.


El concluir la sesión ayudo a Mateo a ponerse el guardapolvo, le digo: "¿Te ayudo?", mientras remarco que le queda muy lindo el corte de pelo como así también sus zapatillas o la ropa que lleva puesta.  Mateo, como cuando sube las escaleras, me mira y se sonríe.


En mas de una vez me encontré limpiándole los mocos, dándole manteca de cacao para sus labios partidos, o curitas para una lastimadura.


Tiempo en el que propuse elegir


Elegir, intervención que fue pensada en relación al caos, a la desorganización de los primeros encuentros, como una forma de acotar, de ordenar.


"¿Qué te parece si elegimos a qué vamos a jugar, vos me pedís el material que necesitás y yo te lo voy alcanzando?"  Mateo enumeraba: "Dame cinco lápices de colores, también necesito una hoja para mi, otra para vos, una tijera y papel glasé".


Cuando Mateo vaciaba los pomos de témpera le decía: "¡Eh! ¿No te parece que es mucha témpera?  Mirá que hay otros niños que también tienen que usarla".


Comienzan a aparecer preguntas


Tiempo que coincide cuando detienen a Víctor.  Mateo se enteró de que estaba preso.  Me contaba: "Viste, ése está donde tiene que estar, preso".  Y agregó: "¿Vos podés llamar a Leticia?  Para decirle todo lo que ése me hizo".  Mateo contaba que le pegaba con un rebenque, con un palo y que le metía el pito en la cola.


Respecto de las producciones que realizaba dentro del consultorio preguntaba: "¿Está bien así, es mucho?  ¿Pinto bien?  ¿Me pasé de la raya?"


De los trazos de témpera en la hoja de papel pasó a pedirme que realizara un dibujo para copiarlo él en otra hoja.


Posteriormente aparece un juego en el que tengo "una arregladora de plasticolas", mientras que Mateo una "fábrica de papel glasé".  Mateo manda a arreglar sus plasticolas para poder fabricar su papel glasé.


Hablamos por teléfono para hacer los pedidos, para vender y comprar materiales.  Mateo dice: "Dale, atendé el teléfono que te llamo...  Hola señora, ¿me podría arreglar unas gomas que tengo que trabajar y no andan?"


Actualmente jugamos a que quien tiene la arregladora de plasticolas es él, aunque ahora no sólo son para que podamos trabajar nosotros sino también los demás pacientes de la Institución.


Me dice: "¿Tus otros pacientes usan las plasticolas que yo arreglo?  Pongamos un cartel que diga: Prohibido usar plasticolas rotas, usar plasticolas sanas.  Mateo, el arreglador de plasticolas".


Al terminar una de las últimas sesiones y como es habitual, lo acompaño a la sala de espera donde se encuentran su abuela junto a sus hermanos.  Antes de irse la abuela me comentó: "¿Le contó Mateo que habló con Leticia?  Mire, fue así: yo lo veía que hablaba por teléfono, se ve que del otro lado le decían que lo querían mucho, porque él le contestaba, yo también te quiero mucho y se retorcía todo de amor.  Cuando le pregunto con quien hablaba me dice: Con mi psicóloga Carolina.  Pero estaba hablando con Leticia, no la conoció, la confundió con usted".


Lic. Carolina R. Angelucci


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